¡Con dedicación y calidad humana ella le dará lustre a tu calzado!
En los portales, alrededor del Mercado Manuel Altamirano —mejor conocido como el Mercado Viejo— resuena el ritmo firme de un cepillo sobre el cuero.
Es el sonido del trabajo de Rosaura Euan Ibarra, la única mujer que se dedica a ese socorrido oficio, dar lustre a los zapatos en este tradicional espacio.
A sus 43 años, y desde hace dos, su silueta rompe estereotipos, su presencia se ha convertido en símbolo de dignidad, esfuerzo y perseverancia.
Rosaura comienza su jornada todos los días a las 6:30 de la mañana y no se retira hasta pasadas las 7 de la noche.
Trabaja de lunes a domingo, sin pausas, con la determinación de quien conoce el valor de ganarse la vida con honestidad.
Su historia en este oficio comenzó cuando se quedó sin empleo, y una persona le brindo una oportunidad de entrar en el gremio de los boleros, le enseñó el arte de dar lustre al calzado.
Aprendió con rapidez, sin complicaciones, y desde entonces no ha dejado de laborar en este noble oficio.
Aunque su labor es digna y respetable, no ha estado exenta de obstáculos y problemas.

Ha sido víctima de discriminación por parte de algunos clientes que, al verla mujer, rechazan su servicio con comentarios como “las mujeres no saben bolear”.
También ha enfrentado situaciones incómodas, incluso insinuaciones inapropiadas de algunos hombres que deambulan por la zona.
Sin embargo, Rosaura no se rinde. Con dos hijos ya casados, su fuerza nace también del orgullo de ser madre, de saberse capaz de salir adelante por sus propios medios.
Nos cuenta de los días buenos y otros un tanto difíciles, pero ella permanece firme. Sentada en su silla, con su cajón de betunes, sus cepillos y su sonrisa, le da vida a un oficio que, gracias a ella, cobra otro significado.
Rosaura no solo devuelve el brillo a los zapatos; también ilumina con su presencia un rincón del mercado que hoy es más justo y más humano por su historia.
Porque ser mujer trabajadora no es una condición: es una fuerza que dignifica, rompe barreras y transforma espacios.
Por Mayra Sierra / Inteligencia Colectiva