Por Efraín Castro
Chetumal, 21 de noviembre. – En el marco del Día del Músico, el compositor e investigador musical, Marco Antonio Ramírez Canul cuenta como la disciplina y la pasión pueden convertir a un niño de ciudad pequeña y con pocas oportunidades, en un referente en el estado, en el camino que lo llevó a crear el Himno a Quintana Roo.
“Yo fui producto de la necesidad, de destacar, de prepararme, algo difícil cuando vienes de una familia humilde y más cuando la música te llama, soy producto de la cultura del esfuerzo”, empieza su relato.
Explica que su primer interés con la música nació al iniciar en la secundaria federal Adolfo López Mateos, de Chetumal, donde el profesor José Barrón Pech le ponía a cantar; recuerda en esos primeros momentos cuando imitaba al canta autor Armando Manzanero.
“Nos ponía a cantar a mi y una compañera la cancion de moda «Acompáñame», como Rocío Dúrcal y Enrique Guzmán, ahí empezamos mi interés por la música, pero eso era inconcebible, yo era hijo de un comerciante”, menciona.
Rememora la época en la que la voz del patriarca era ley, y para el suyo la música era algo que le iba a matar de hambre. Y fue la necesidad lo que hizo a su familia mudarse a México, donde continuaría sus estudios de preparatoria, donde encontraría a unos amigos originarios de Chetumal, quienes le invitarían a formar un trío improvisado para llevar serenata a sus intereses románticos.
“Ellos me invitaron a ensayar y yo me animé, pues una hermanita de ellos me gustaba y era bien pretexto para visitarle, eso sí, nunca me hizo caso”, asegura entre risas.
Esto hasta que surge la convocatoria del concurso de composición, era el año 1972, el aprovechando la oportunidad de presentar una de sus cuatro canciones ya escritas, buscó participar, grande fue su sorpresa cuando su melodía “Yo te espero María” fue seleccionada como una de las finalistas, la cual para su estreno tendría arreglos del mismísimo Bebu Silvetti cantautor, pianista, arreglista y productor musical mexicano de origen argentino.
“Yo no sabía ni quien era Bebu, el señor Emilio Azcarraga recién lo había traído a México para dirigir a Lupita Dalessio”, asegura.
Su participación fue coronada con el tercer lugar de 12, y su madrina fue la entonces novata de la televisión Verónica Castro, en el teatro al aire libre Agustín Lara, de la Alameda Central en la Ciudad de México. fue ahí que Silvetti le dijo que se aventurara en la música, porque ese es el trabajo que le gustaba, y no iba a sobrevivir haciendo algo que no fuera eso.
“Estuve un año con la discográfica, como artista exclusivo tras este certamen”, menciona mientras sostiene el disco original de su primer sencillo, recordando con cariño ese momento, su primer trabajo profesional en su pasión.
“A partir de esto me dediqué en su totalidad a la música”, afirmó Ramírez Canul, pues a partir de entonces demostró que la música no le iba a matar de hambre.
Esto le dio la oportunidad de entrar como asistente y después promotor para el área editorial de la entonces discográfica RCA, bajo la batuta del director artístico Rafael de Paz, que lo introduciría a este mundo.
“Me tocó promover la canción de una autora argentina, pero ahora para México, el título era Te Quiero… pero me Arrepiento, que fue grabada por Marco Antonio Muñiz”, dijo.
Este trabajo lo llevó a tener el primer contacto con su ídolo, sin saber lo que le esperaba, su jefe le pidió que le tomara una foto junto a Armando Manzanero, con quien la cultura yucateca compartida los convertiría en amigos.
“Yo estaba temblando, y salió mal la foto, pero desde ese tiempo hicimos una amistad, quien se burlaba de que era yucateco de tercera, porque Quintana Roo ni es Yucatán ni Campeche “
Fue en la década de los ochentas cuan decidió regresar a su tierra, en la cual tendría trabajo de parte del gobierno de Pedro Joaquín Coldwell, que le encargarían componer el tema del notorio Festival Cultural del Caribe (Fecuca). Que fue estrenada frente al presidente Miguel de la Madrid.
El maestro Ramírez Canul explica que su consolidación como músico, autor o promotor no fue con el Himno a Quintana Roo, sino con una satisfacción mayor, cuando llegó a sus manos la letra de una canción de cuna maravillosa, “Suéñame Quintana Roo”, de Ricardo Ceratto.
Fue la artista Imelda Miller una de las primeras intérpretes de la que sería la canción al estado oficial en los corazones de los quintanarroenses.
“Me dijo, y ahora que hacemos, y le contesté, hay que dársela a todos, por lo que fui a la secundaria Adolfo López Mateos, para que la estudiantina la grabara”, y así, tras tres décadas logró aportar algo para el lugar que fue su germen profesional.
“Y miren, resulta que no me morí de hambre, la música me dio todo lo que tengo y mucha satisfacción más”, finalizó.